Además de tener una ubicación geoestratégica y una extensa red de acuerdos de libre comercio, México se ha consolidado como un país emergente clave dentro de las economías globales. Gracias a su estabilidad macroeconómica, fortaleza de consumo interno, fuerza laboral, recursos naturales y una economía diversificada, México se encuentra hoy en día dentro de los países más competitivos para hacer negocios. Además, como miembro del T-MEC, la OCDE, la OMC, el G20, la ALADI, y la Alianza del Pacífico, México es miembro de diversos organismos, y foros multilaterales y regionales que coadyuvan para impulsar su perfil como un motor atractivo para la IED.
Actualmente, México es la décimo sexta economía a nivel global, la segunda en América Latina (detrás de Brasil), y ostenta el décimo lugar como receptor a nivel mundial de IED.[1] Tan solo en el primer trimestre del 2022 se ha reportado una cifra de poco más de USD 27 millones, sin perder en el radar la coyuntura del impacto de dos transacciones extraordinarias (fusión de Univision-Televisa y restructuración de Aeroméxico).[2]
Históricamente, los sectores de IED que han sido preponderantes en la economía mexicana han sido la industria manufacturera, minería, comercio minorista y mayorista, y las comunicaciones. Sin embargo, gracias al incremento sustancial en servicios digitales en un mundo globalizado, México ha empezado a diversificar el uso de nuevas tecnologías en el sector financiero. A través del desarrollo startups con enfoque fintech, México se ha sumado a la diversificación de entidades financieras que emplean actividades innovadores para la automatización de servicios y desarrollo tecnológico de sus procesos financieros.
De acuerdo a “Fintech Radar 2021” elaborado en colaboración por Finnovista, el BID y la Alianza del Pacífico, el ecosistema Fintech en México se encuentra en auge gracias en gran parte a un sólido marco legal que fomenta confianza y crecimiento dentro de este sector. Tan solo en el 2021, se contabilizaron más de 500 startups FIntech, por lo que México se ha consolidado como uno de los mercados más dinámicos en América Latina en este sector con un crecimiento aproximado de 16%.[3]
Sin embargo, al igual que muchos países, la economía mexicana sigue sorteando los estragos de la pandemia y más recientemente las consecuencias económicas globales derivadas del conflicto geopolítico entre Ucrania y Rusia. Por ello, hoy más que nunca México necesita hacer hincapié en las ventajas competitivas que tiene, tales como su proximidad geográfica con Estados Unidos y bajos costos operativos de mano de obra especializada.
Frente a una marea donde el contexto imperante es la inestabilidad geopolítica global, México cuenta con un gran potencial para navegar hacia nuevas oportunidades comerciales e inversión. A través de políticas industriales activas como el desarrollo de participación de clústeres especializados en sectores estratégicos, se podrá detonar una mayor participación entre gobiernos, empresas, universidades y líderes de la sociedad civil tanto nacionales como extranjeros.
Es razonable asumir que México enfrentará un cierre de año con diversos retos económicos, pero a su vez estos pueden convertirse en oportunidades; por ejemplo, a través de estrategias de reshoring o nearshoring con su principal aliado comercial: Estados Unidos. Con ello, la economía mexicana lograría reafirmarse como la puerta que permita recibir inversiones para posicionarse en América del Norte y abra paso a su vez a nuevas oportunidades de negocios con sus aliados comerciales en otras latitudes.
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[1] https://unctad.org/webflyer/world-investment-report-2022
[2] https://www.gob.mx/se/articulos/mexico-registra-27-511-6-millones-de-dolares-de-ied-en-el-primer-semestre-de-2022-312017